sábado, 2 de agosto de 2008

A vueltas por Perú

El tiempo pasa rápido, no sabía que tanto. Ya llevo un mes aquí y me sigue pareciendo todo nuevo. Me sigo sorprendiendo por cosas que aquí son cotidianas, sigo escuchando, asombrada, las historias (generalmente, muy duras) de la gente que se nos acerca, sigo sin acostumbrarme al ritmo de la selva: muy lento, al arroz 3 veces al día…
Durante este mes he descubierto muchas cosas. He conocido comunidades indígenas que viven en poblados y anexos, muy apartados de núcleos rurales, sin luz, agua corriente 4 horas al día, con letrinas bastante precarias. He convivido con ellos, nos han ofrecido todo lo que tenían que, materialmente no era mucho, pero aquí eso no es lo que más importa. Son felices, no necesitan celulares, ni siquiera luz, pero aún así, intentan desarrollarse como comunidad, siempre manteniendo su cultura, y poder, poco a poco, mejorar sus vidas y aumentar las posibilidades de elegir un futuro para ellos o sus hijos.
He conocido a cerca de 50 personas discapacitadas del pueblo. He llegado a oír que a los paralíticos es mejor dejarlos encerrados en casa. Si ya es difícil ser minusválido, aquí se complica todo mucho más. Nos ha venido gente caminando durante 2 horas para una pequeña rehabilitación de 30 minutos. Mujeres que deben cuidar de sus maridos impedidos, de la huerta, la casa, sus hijos, sin ayuda de nadie. Pero aquí nadie se lamenta, saben que cuando salgan van a tener que afrontar todo eso ellas solitas. Estamos intentando, además de ayudarles con terapia, contactar con el ayuntamiento para conseguir sillas de ruedas, adaptadores, etc.
Mientras en un estado de la sierra del país el 86% de las familias viven con un presupuesto de 30 soles mensuales (1€=4.5 soles), en las pasadas fiestas patrias, el presidente brindaba con Pisco (que emanaba de las fuentes de la plaza de armas de Lima para gozo de ciudadanos y curiosos) por el desarrollo económico y social del Perú.
La cosecha del café ha terminado y este fin de semana se ha celebrado el Festival del Café. Dicen que aquí el café es el más fino del mundo (no lo sé, no me gusta) y están intentando que les concedan denominación de origen. Bueno, pues se montó una buena fiesta estos días. A los peruanos les encanta beber a ritmo de salsa y cumbia. Aquí nadie te pregunta si vas a salir esta noche, te preguntan, directamente, si vas a amanecer en la fiesta. A parte del concierto multitudinario, el resto de actividades tampoco fueron gran cosa: elección de miss y mister café, motocross, exposiciones, degustación de comidas típicas (de la que fui jurado-creo que tengo suficiente comida peruana para otros 2 meses-).
Pero no todo van ser amarguras. La mayor parte del tiempo lo pasamos muy bien. He visitado zonas muy bonitas, bosques, cascadas. He conocido gente muy agradable, muy divertida. Estamos planeando hacer excursiones por el interior de la selva, a Machu Picchu. Vamos, que estoy disfrutando mucho y aún me queda 1 mes, espero aprovecharlo.